Por A.J.Ortega
muy Allende de los mares
que siempre que está conmigo
acaba mi soledad.
Lo llamo, tontín o pequeñín,
porque tiene cinco años
y está empezando a crecer.
Por eso hoy más que nunca
quisiera verlo correr
detrás de un perro amoroso
trepar las ramas de un árbol
e ir en busca de aventuras,
verlo saltar entre charcos
y mojarse en sus orillas
para luego verlo embarrar
sus pies hasta las pantorrillas.
En sus primeras letras
quisiera a su lado haber estado,
pero es que en la forzada vida
hay cosas inexplicables
cuando el destino es trazado
por sinos de caminos paralelos
que nunca han debido encontrarse.
¿Por qué no podemos
al pequeñín amado retener?.
Solo egoísmo por nuestra mente pasa,
y es que de hecho sabemos
que alguien más lo espera
cuando saliendo del colegio
él por amor regresa a casa.
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