Es hermosa como una mañana
de primavera calurosa,
alegre como la abierta risa,
emotiva como el silencio.
Es ella en fin, como una diosa
labrada en el mármol de la carne,
animada a vivir muy presurosa
sobre las alas invisibles
de la brisa fresca de la tarde.
Siempre vivió sin preocuparse
de la vencida edad que rápido se va
por músculos y huesos,
por ello tuve que decir
que es lo que la hace sentir
vanidosamente eterna.
Pilar sigue hermosa como siempre
irradiando desde su alma tierna
sentimientos de amor
que en ella nunca cambian
como no lo hace su imagen
que siempre se refleja
identicamente igual en el espejo.
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