Por A.J.Ortega
Yo me enamoré de ti esa tarde
cuando pasaste junto a mi ventana
y recuerdo que sin pensarlo un segundo
corrí presuroso a la calle donde
me volví loco al no encontrarte.
Lo digo porque tuve un sentimiento
que me obligaba a contarte el amor
que por ti sentí en ese instante
como si desde mucho antes hubieras
sido amada por mi eternamente.
Yo sé que fueron extrañas las
razones
para que todo ocurriera de esa manera
pero la verdad es que ello se me hace
cada día que pasa absurdamente Inexplicable.
Es que fuiste desde aquel sórdido momento
como una hermosa imagen hecha de magia
y humo que es arrastrado por el viento frio
hacia las desconocidas e
inalcanzables
distancias de la ingrata ausencia.
Desde entonces no dejo de buscarte
en otros rostros misteriosos de mujer
y a veces hasta creo ver en ellos tu imagen
difusa que se le ve caminar triste y sola
como si hubieras nacido
como burla
de ese destino burlón que no permite
que te borres de la mente de aquel
que para su desgracia logró verte
como si fueras de un fantasma su sombra.
Entonces trato de explicar esa dura sensación
de que fuiste la amarga pesadilla hecha de
realidad
que dejó en mi mente la dolorosa idea peregrina
que me traiciona el corazón al hacerme pensar
que mi destino es buscarte sin tener que
encontrarte.
También he llegado a creer que te esfumaste
a un universo hecho de caminos de ilusión
donde a nadie se permite estar enamorado
en ese mundo imposible llamado ensoñación.
Hoy no sé si fuiste de la mente una quimera
o un fuerte presentimiento anhelado del amor
que me ha vencido después de tanto divagar
por todos los caminos agrestes como errantes
donde, para mi mal, no dejaste ni la adolorida
huella porque pasaste con cruel indiferencia
como el alma sola que acaba
de ausentarse
del cuerpo amado que ha dejado de existir.
No comments:
Post a Comment