Por A.J.Ortega
- “Mi General cumplida su
orden, cayó el capo Fernandino”, dijo con voz emocionada el General Carlos
Alberto Fracica, comandante de las fuerzas de desplazamiento del ejército de
Colombia.
Los dos hombres importantes
del ejército que se hablan con elogios para cada uno, están vestidos con trajes
de campaña. Hace tiempo que viven en el monte persiguiendo a todo lo que tenga
apariencia de narcos o guerrilleros.
- “Lo felicito y
le digo que esos son los resultados que el país espera de su ejército” contestó
el General Comandante de las fuerzas armadas Jorge Enrique Mora, que en ese
instante ratificaba públicamente su
honor militar ante el gobierno, la nación y el mundo.
Días antes, este
hombre al que usualmente tostado por el sol, había hecho en una rueda de prensa
una declaración valerosa:
“La guerrilla
comunista de Colombia, cultiva, fabrica y comercia cocaína desde los
aeropuertos clandestinos que construye. Son el nuevo cartel de la droga y del
mercado negro de las armas. El ejército tiene pruebas de ello”.
El mensaje era una
bomba de fondo para las conversaciones de paz que adelantaba el gobierno con la
subversión, porque en repetidas ocasiones el propio Presidente se había negado a admitir las vinculaciones
de las FARC con el narcotráfico.
Solo que en esta
oportunidad las pruebas del general Mora contaban con todo el respaldo del alto
mando militar, que sin consultar tampoco con el presidente de la República, se
anticiparon a confirmar los documentos graficos y mas pruebas documentales que
estaban en poder del Comandando del ejército.
La nación entera
se conmovió y esperó de Pastrana una reacción inmediata ante el golpe que las
fuerzas militares le habían asestado a sus conversaciones de paz. Pero
contrario a lo que se pensaba inusitadamente el primer mandatario guardó
silencio y solo días después ante la conmemoración de un evento en la Escuela
militar, respondió con energía pidiendo lealtad a las FF.AA con la democracia y
con el presidente de la República.
Pastrana
volvió a defender a las FARC del cargo de narcotráfico, como estrategia
política para mantenerlos sentados dialogando.
En ese instante
nadie daba un penique y dos maravedíes por la cabeza del general Jorge Enrique
Mora.
Sin embargo para
el gobierno separar de su cargo al bravo General era golpear a su ejército a nombre de la
guerrilla y eso era una grave equivocación
que podría concluir con unas
fuerzas armadas que ya habían demostrado que estaban decididas a ser
políticamente más deliberantes ante los errores del gobierno.
Jugándose el todo
por el todo, Pastrana mantuvo a Mora al frente del cargo, pero lo conminó a
presentar pruebas de sus acusaciones.
- Se las daré de
carne y hueso señor Presidente.
El General sabía
que podía conseguir las pruebas porque
en ese momento le estaba pisando los talones de Tomas Medina Caracas, alias “el
negro Acasio”, Comandante del frente 16 de las Farc y Jefe narcotraficante de
los límites con Brasil que estaba en compañía de Fernandino, el Pablo Escobar de los cariocas.
Con una acción de fuerza militar Mora los persiguió hasta el borde de la selva
y allí encerró a los dos importantes narcotraficantes en un círculo sin salida.
Acasio se entregó
primero y confesó que hacía tres meses estaba protegiendo a Fernandino, el
socio de las Farc en el narcotráfico y que era éste quien les vendía armas para
la guerrilla con el visto bueno del “Mono Jojoy”, el brazo derecho de
“Tirofijo”, jefe de las FARC.
Por la confesión
de Acasio El general Fracica se enteró entonces hacia donde se dirigía el capo
Fernandino que había perdió dos dedos de una de sus manos y llevaba un brazo enyesado.
Se supo entonces
que al momento de separarse para
despistar al ejército y tratar de romper el cerco militar, “El Negro Acasio” dejó en compañía de dos
guerrilleros de las FARC al hombre del Brasil. Pero como se encontraban sitiados por 200 soldados de las fuerzas
especiales del ejército y 3000 hombres de Despliegue rápido que rodeaban un
perímetro de cuatro kilómetros en la selva del Guainía, prácticamente les era imposible escapar. Sabiendo que no podía evitar el
cerco militar Fernandino tuvo que entregarse. Tenía fiebre y el olor a sangre
lo mantenía atacado en sus heridas por miles de agresivos moscos de la selva.
Con la captura de
Fernandino el domingo siguiente los hechos demostraron que Mora tenía la razón
en todo.
- Yo les entregaba
10 millones de dólares mensuales, les vendía armas para todos los frentes y
recibía de ellos 22 toneladas de coca, confesó el capo del Brasil.
Era la prueba
reina sobre las actividades de narcotráfico de las FARC que Jorge Enrique Mora
necesitaba entregarle al gobierno y la había conseguido como se lo ofreció a
Pastrana con la captura del capo del Brasil en carne y hueso. En este instante
el general descansa sobre sus laureles, porque Pastrana reiteró desde Québec la
declaración que antes hiciera de frente al Ejército”: Las FARC van a tener que
explicar esas vinculaciones con el narcotráfico”.
El presidente, que se supone es
un hombre con alguna prudencia, aprovechó esa oportunidad para darle al país y
al mundo las razones del fracaso del proceso de paz porque no estaba negociando
con guerrilleros sino con narcotraficantes y de acuerdo con la Constitución y
las leyes de Colombia estaba en la
obligación de combatirlos como a
delincuentes comunes levantados en armas.
Bueno muy bueno!!!
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