Monday, January 26, 2015

TIROFIJO

Tomado del libro Cuentos, Historias & Relatos Tomo II
Por A.J.Ortega

“Tirofijo” es el apodo de un viejo y legendario guerrillero que ha cobrado la vida de doscientas cincuenta mil personas inocentes que incluyen mujeres hombres y niños. La carga de la prueba hace que se merezca el apelativo con que lo bautizó su tropa de asesinos porque  tenía buena puntería con la pistola, mala fama de buen cálculo porque  ella se relaciona al asesinato de personas porque también se decía que donde “Tirofijo ponía el ojo, ponía la bala” en los cuerpos de  cristianos desarmados pero desafectos a la guerrilla comunista. En este instante, el jefe guerrillero se prepara a dar una entrevista a la prensa, es decir a un diario Colombiano de circulación nacional. Este levantado en armas,  que pasa de los setenta años de existencia, lleva enfrentado al Estado en la lucha armada mas de cuarenta años y usa cachucha de soldado raso desde entonces. “Tirofijo” es un analfabeta de estatura baja, tiene cara redonda de campesino; es lampiño y por ello podemos pintarlo como carente de señales de barba. Su piel es morena oscura,  cuarteada por las  cicatrices de la edad divididas en cuadros pequeñitos como una pintura al óleo muy antigua y  ajada por el descuido. Sus ojos  negros son  y redondes  como los de las ratas  de alcantarilla. En este preciso instante acaricia con sus dedos una sucia toalla amarilla que carga siempre alrededor del cuello para limpiarse el sudor que lo brota profusamente en todos los climas. Algunas  veces ese trapo sucio lo cuelga sobre el hombro derecho porque presume que allí se le ve  más elegante. En ese momento  se dispone a entregar a los periodistas reunidos a su alrededor, copias de la fotografía en la que  se ven cuatrocientos hombres y mujeres secuestrados por el jercito de rebeldes que él comanda como jefe supremo. A los secuestrados  los que mantiene prisioneros en un sucio terreno  custodiado por alambrade de púas idéntico a los usados en los campos de concentración para los judíos por el Servicio Secreto de  los Nazis de Hitler en la segunda guerra mundial. Tirfijo tiene la perversa intención  de negociar  la  libertad de algunos de esos prisioneros por dinero y otros  en canje por guerrilleros presos en las cárceles del Estado. En la misma foto se ven los rostros de los plagiados pegados a las alambradas de púas, con sus ojos tristes buscando que sus familias los reconozcan y sepan que aún están vivos. Naturalmente “Tirofijo” no da explicaciones sobre la ubicación del ominoso campo de concentración, sino que lo describe como un lugar cualquiera en la selva virgen de Colombia, a donde han sido llevados los periodistas con los ojos vendados, como prueba de lo que él piensa sobre  la libertad de prensa.

Es claro que en la fotografía que acaba de entregar a los medios se pueden  apreciar a los soldados vencidos por la guerrilla que los mantiene encadenados unos con otros, como animales.

Al primer descuido de los guerrilleros, que “Tirofijo” considera soldados  campesinos en pié de guerra, los rostros de los soldados cautivos inmediatamente muestran a los periodistas los vejámenes a los que son sometidos todos los días:

 

- Es imposible atender a las necesidades elementales del cuerpo sin la presencia de varios guerrilleros armados hasta los dientes que observan el espectáculo asquiento y que en la mayoría de las veces es cumplido por  mujeres guerrilleras.

 

- Los castigos impuestos por el grupo terrorista de las farc (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) van de golpizas, a castigos en cepos bajo tierra, donde el secuestrado desaparece por semanas enteras. El alimento diario es de pan y agua.

 

Los hombres de las noticias que reciben copia de las fotografías,  recuerdan que días antes de aquella visita, habían sido  informados que los captores habían incrementado la dieta de sus prisioneros  para cubrir las apariencias. Durante semanas enteras  los prisioneros y  secuestrados estaban siendo  alimentados  con grandes cantidades de harina y agua para engordarlos como a marranos, sin importar contar que  muchos de ellos padecían   casos de anemia severa y con la  enfermiza gordura causada por las harinas y el agua,  el espectáculo el espectáculo tendía a mostrar la  apariencia del buen trato que la guerrilla daba  a sus prisioneros. Pero una avez fue develada la  treta de “Tirofijo”, un viejo periodista trajo a cuento el caso del escritor Curcio Malaparte durante la dictadura de Mussolini en Italia. El escritor, que se había enfrentado al gobierno Facista absolutista haciendo burla del gobierno del Duce, había sido detenido porque  había sacado de Casillas a Benito Mussolini con sus escritos. La falta de  respeto al Duce le  había ganado  el arresto ordenado por el propio  Mussolini quien ordenó  que el castigo fuera pagado en  tiempo en la isla de Padua que había  sido convertida en prisión solitaria y exclusiva para sus enemigos. La prensa y los intelectuales del mundo protestaron por la persecución del régimen de tal  forma, que obligaron a Mussolini a dar explicaciones, pues para entonces, el escritor Malaparte se había enfermado perdiendo tanto peso, que se presentía su muerte en cualquier momento. Para desmentir las acusaciones de persecución a la libertad de prensa, Mussolini publicó en “Il Popolo” de Italia una fotografía de un Curcio Malaparte flaco como un alfiler, pero fuerte como un toro porque se mostraba levantando sobre su cabeza una enorme roca. Con ello el dictador quiso  abatir a sus detractores probando que el escritor Malaparte se encontraba más fuerte que nunca, porque nadie que estuviera a punto de morir podría levantar una roca de tal tamaño y hacerlo al mismo tiempo sonriente. Como en Europa ni la prensa ni los intelectuales tragan entero, muchos indagaron sobre la verdad de la fotografía y encontraron que por órdenes del Jefe del fascismo, el escritor  había sido obligado a  cargar  una enorme piedra pómez que por lo liviana la hubiera podido levantar con una mano un niño de diez años. Se comprobó entonces que se trataba de las apariencias que se usan en la política para distorsionar la verdad, porque son  imágenes falsas cocmo las que mostraba al mundo el facismo Italiano.

El símil con la buena salud de los soldados del ejército colombiano era válido, pues también en este caso, después se supo  la verdad de que  los presos de la guerrilla padecían  enfermedades peligrosas que son frecuentes en zonas selváticas. Que a los secuestrados nunca se les atiende apropiadamente por médicos profesionales, ni a los enfermos se les suministra medicinas para aliviar sus dolores o para abatir las  consecuencias de las enfermedades y que muchos de ellos habían muerto por falta de asistencia médica.

Lo extraordinario es que “Tirofijo” declaró a los representantes de la prensa que su guerrilla luchaba por la justicia social a nombre del pueblo hambriento y humilde de su país. Usando la fotografía del perverso campo de concentración, era algo mucho peor que buscar con ella la misma apariencia de la verdad a la que recurren  todos los tiranos, porque con el resultado de una rápida investigación posterior, La Organización de derechos Humanos encontró a la guerrilla culpable de toda suerte de crímenes de lesa humanidad.

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