Tomado del libro Rimas y Palabras
Por A.J.Ortega
En aquella playa
recuerdo haber visto
a un hombre apacible
transitando solo
la orilla del mar.
Pisaba la arena
con paso prudente,
iba muy tranquilo
reteniendo todo
con sus ojos verdes
que veían las olas
moverse en vaivenes
de aguas azules
que el mar le entregaba
a su transitar.
De repente cosas
que el destino cambia
le dan al paisaje
un giro espantoso
lleno de dolor.
Son golpes de gracia
que trae la pobreza
que a la madre negra
su emoción espanta.
Lleva entre sus brazos
a su hijo pequeño
que la infausta muerte
se llevó por hambre.
Su cara marchita
llora aquel infierno
lágrimas que llevan
la rabia, el desprecio.
Ni duelo de palabras
ni alivio en el gesto
que al dolor parece
pero que no ofrece
la pena ni el dolor
poder mitigar.
poder mitigar.
Ella eleva el rostro
con furia encendida
buscando explicarse
la razón de Dios.
Entonces se detiene
con la cabeza arriba
haciendo el esfuerzo
por no ver el cielo
y porque el deseo
que mas la acompaña
es poder maldecir.
que mas la acompaña
es poder maldecir.
Apresura el paso
del hijo apresada
va a cumplir su sino
con el alma aireada
y sin poder evitarlo
se hunde en el mar.
El viejo que ha visto
la dura tragedia,
vuelve a dar sus pasos
que errantes avanzan
buscando explicarse
el por qué la vida
que es obra sagrada
tiene que perderse
en tristes designios
que no explican nada.
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