Tomado del libro Cuentos, Historias & Relatos Tomo I
Por A.J.Ortega
El tema es de alta controversia. Comencemos entonces con una pregunta
directa para usted. ¿Cuántas pastillas medicinales se acuerda haber ingerido durante su vida y cuantas está
consumiendo hoy por prescripción de su médico?
El interrogante lo motiva la noticia que acaba de ser publicada por
todos los medios de comunicación del mundo. Los virus que afectan pulmones,
ojos, oídos, nariz y garganta, como los infecciosos o las bacterias que causan
sintomatología de fiebre y dolor, se han fortalecido por el uso y consumo
indiscriminado de drogas como la penicilina y los anti-bacteriales debido a la
automedicación personal.
Virus que eran considerados pasajeros como la gripa, están evolucionando
hasta convertirse en enfermedades de inusitada larga duración y de pronóstico
reservado o grave hasta el punto de esperar de ellos la muerte.
¿La causa?
El uso de antigripales que han terminado por debilitar la acción del
sistema inmunológico, es decir los códigos de resistencia celular y autodefensa
del organismo humano.
El uso de medicinas que se ofrecen libremente en el mercado, se consumen
bajo la hipótesis sintomatológica que diagnostica quien padece síntomas de
enfermedad creando en la generalidad hábitos de consumo.
Hábitos que se adquieren por la supuesta mejoría corporal, aunque no
exista la previa investigación de la adaptabilidad del cuerpo al bombardeo de
la variedad de medicinas que se le suministran, lo que está causando cambios
negativos en el sistema inmunológico defensivo.
La respuesta del organismo ante la invasión de cuerpos externos y
extraños como el virus, comienza a ser más lenta y débil cuando previamente se
han consumido medicinas destinadas a estimular las defensas que los combaten.
Esas sustancias elaboradas en laboratorios alteran definitivamente la
respuesta orgánica auto curativa que se produciría sin la medicina.
Si nos detenemos a analizar nuestro propio expediente médico vemos que
el consumo de drogas formuladas de químicos estimulantes, supresivos de todo
tipo, son suficientes para hacer cambiar los registros naturales de la defensa
orgánica del cuerpo.
Antidepresivos, antigripales, antialérgicos, analgésicos, jarabes,
somníferos, antiácidos, supresores o estimulantes del apetito,
antiespasmódicos, suplementos para la memoria, antivirales, píldoras
adelgazantes, laxantes, enzimas digestivas, progesteronas, hormonas, vitaminas,
calcios y sustancias energéticas, anticoagulantes, descongestionantes nasales,
visina y soluciones anti irritantes, los antioxidantes y miles de otras drogas
que se consumen por años y desde la infancia han vuelto a las personas
realmente adictas a medicinas legalmente fabricadas y comercializadas sin
ninguna restricción que producen miles de trillones de dólares de utilidad al
año.
Entremos por simple ejercicio de observación a esa droguería o farmacia
en que se ha convertido nuestro hogar y revisemos los cientos de frascos de
toda clase de medicamentos que le hemos metido al cuerpo y sobre los que nunca
consultamos la posología de la contraindicación.
Ese panorama muestra la razón y
el interés que comienza a existir en científicos que ya están investigando la
resistencia que ha fortalecido a las enfermedades conocidas de siempre y contra
las cuales ya no operan las medicinas tradicionales. Existen otros
interrogantes por responder y relacionados con problemas que se originan en
corazón, hígado y riñones por frecuentes consumos de toda clase de sustancias
químicas que mejoran un sistema, pero con el agravante que terminan afectando a
otro que puede ser más importante.
Las estadísticas en los hospitales van a demostrar en el futuro
incrementos notables en enfermedades cardiovasculares y pulmonares en personas
menores de treinta años y de ahí en adelante en el sistema renal o el sistema
hepático.
Por ahora nadie puede dar una cifra cierta de la influencia de los
antidepresivos en conductas antisociales o de auto violencia como el suicidio.
Pero lo más indicativo de ese consumo adictivo e incontrolado de
medicinas disponibles en supermercados, es que el hombre está desarrollando
dependencia al consumo de sustancias que le ofrecen la eterna juventud, la
belleza y la salud y que realmente lo que hacen es debilitar el sistema
inmunológico y crear la posibilidad de disfunción y degeneramiento de órganos
vitales que al final llevan a la muerte prematura, lo que ya se califica en los
consultorios médicos como la otra adicción a las drogas.
Muito interessante. Nunca havia pensado sobre esse assuntom
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