Tomado del libro Cuentos, Historias & Relatos Tomo II
Por A.J.Ortega
Desde
hace 4.000 años, árabes y judíos han sido hermanos que se odian. En los cantos de los
trovadores árabes la historia rediviva es como un mandato de las Sagradas
Escrituras que debe cumplirse inexorablemente.
Todo
comienza en la antigua ciudad de Caldea, tierra de Profetas poseedores de
secretos celestiales. En ella se distinguía Abraham, quien había recibido un
mensaje divino de dirigirse hacia el sur y fundar una nueva nación. La profecía
corría el peligro de no realizarse porque Abraham envejeció sin tener hijos.
Su
esposa, Sara era estéril. Sin embargo y con resignación ella regaló a su esposo
su sirvienta Agar para que en ella tuviera un hijo que lo sucediera, lo que
hizo Abraham teniendo frecuentes relaciones con la mujer que era una joven indígena
que servía en su casa, de cuya unión nació Ismael, el cual resultó ser un niño
que estaba dotado de fortaleza, audaz y tesonero, muy parecido a su madre a la
que adoraba. Pero su nacimiento despertó en Sara ese sentimiento que resultó
hostilmente celoso, que creció mucho más al saberse poco tiempo después que
estaba embarazada. Sara tuvo su hijo propio, al que llamó Isaac. El niño,
producto de un vientre anciano, era débil y de vista deficiente, que con el
correr de los años se convertiría en ceguera permanente.
Poco
podía entonces hacer para competir con su atlético hermanastro. Entonces Sara
trató de convivir y de mostrarse cortés, hasta que la situación se mostró
insostenible debido al enfrentamiento entre los hermanastros que iba adquiriendo
peligrosas dimensiones. Sara que de vieja se mostró muy celosa, no pudo
contener su odio hacia Agar y su agresivo hijo. Los impostores deberían irse
inmediatamente, exigió Sara a su esposo Abraham. Sin pronunciar una sola
palabra de desacuerdo, Abraham condujo a su hijo Ismael y a su madre, hacia la
frontera de sus dominios y les señaló el sur, entregándoles una hogaza de pan y
un cántaro de agua.
Ismael
no quiso volverse a mirar a su padre que prácticamente los abandonaba a la
muerte, ni Agar tampoco miró hacia atrás en actitud de desprecio. Pero Ismael odiando
a su padre Abraham juró a su madre que de allí en adelante, por toda la
eternidad, sería enemigo de cualquier otro que descendiera de la casa de
Abraham.
¿Es
esta la razón para que judíos y árabes se odien de forma tan visceral?
Está
escrito en las Sagradas profecías, que judíos y palestinos están destinados por
siempre a ser enemigos.
El
conflicto Judio-Arabe, es una de las tantas manifestaciones de ese odio ancestral
que se ha practicado en todas las épocas justificando la confrontación entre
hermanos.
Aparentemente
los descendientes de Isaac e Ismael se disputan la histórica tierra prometida,
solo que esta vez también hay de por medio la invasión judía durante la guerra
de los seis días, en la que los judíos tomaron de los palestinos territorios que
habían pertenecido por siglos a la indómita arabia. Estos hoy demandan su devolución sin condiciones, porque
en esos territorios se encuentra el Templo de Jerusalén símbolo religioso de
gran importancia para los dos países. La guerra entonces seguirá siendo una de las tantas formas salvajes de resolver
lo que hoy para el mundo es una simple reyerta de política internacional, aunque
hasta el día de hoy no se ha cumplido el
juramento de Ismael que se interpreta como el deseo del total exterminio de
Israel que para defenderse de lo que puedan significar esas amenazas cuenta con
una poderosa y destructiva bomba atómica.
Fantástica essa explicação sobre o ódio entre dois povos, que já fizeram milhões de vítimas. É triste saber que bem antes do nascimento de Cristo, o ódio, a inveja, o ciúme, a rivalidade, já dominavam os corações dos seres humanos. Jesus pregou a paz. E esses povos gastam fortunas em armamentos, enquanto em outros paises, populações estão sendo dizimadas pela fome.
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