Cuando usted se acerca al parque Nacional Yosemite en
California, la naturaleza empieza a cambiar la estructura a la que uno está
acostumbrado a observar en otros entornos geográficos del Estado, dando la
hermosa sensación de haberse adentrado uno en el corazón Montañoso de la Sierra
Nevada, que también tiene otro nombre El Condado de la madera, donde sólo existen
árboles cultivados para alcanzar una vejez que en algunos casos supera los diez
mil años. Cuando levanté la mirada hacia las altas montañas pude ver desde la que se había convertido
en una simple doble vía, aquel tupido y hermosísimo paisaje “donde los árboles
no dejan ver el bosque” porque son tan altos sus pinos, como extensión tiene su
vida perenne que se extienden hasta la cresta de las lejanas alturas bautizadas
con nombres como “la torre del diablo, el arte delicado, la vieja creencia, el
circulo medio, la montaña de piedra” todas ellas cubiertas de un verdor que
tiene la fulgurante pureza delicada que se refleja en la belleza de la esmeralda
gota de aceite.
El primer impacto de la naturaleza de Yosemite
nos secuestra de la terrible polución del mugre que se sufre en Los Ángeles,
porque desde allí al comenzar sus bordes, se respira el aire puro y la energía
que nos lleva al retorno de la vida saludable que se siente en la tibieza de su
aroma que nos regala la naturaleza por cuidar de ella. Es que Yosemite tiene un
ambiente inmaculado donde la basura proveniente de la actividad humana está prácticamente
prohibida inspirada por el ánimo amistoso que se siente al querer preservar la limpieza
que uno observa como visitante.
De pronto hemos avanzado tanto entre este paisaje
pintado por los dedos de la naturaleza, que entramos al Parque Nacional de
Yosemite al darnos cuenta de la presencia de un jardín de secoyas gigantes a
los que la gente se acerca para intentar abrazar sus diámetros de casi cinco
metros con la emoción de besar su suave textura de diez mil años de edad. Es
una experiencia difícil de repetir por el encanto que produce estar en contacto
con las primeras eras de ese mundo hasta ahora desconocido por el hombre que no
sabe que un bosque encantado del pasado podía existir en nuestra realidad
animada porque la Historia sigue viva allí en una gran cantidad de pequeños
museos que nos ponen en contacto con las tribus de la región, con buscadores de
oro que nos hacen sentir el viaje auténtico de regreso al pasado.
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