MEJICO LINDO Y
QUERIDO
Visitar Ciudad de Méjico es toda una aventura. Viajando
en un taxi Volkswagen que tiene diseño de cucarrón, el visitante se dedica a
visitar lugares turísticos importantes como los museos, los parques de
diversiones y los bares que abundan por doquier.
Cambiando de ruta una y otra vez, en media hora cualquier
turista logra recorrer por las afueras de las colonias, algunas exclusivas construcciones
llamadas mansiones que valen millones de dólares y que están rodeadas de muros para
proteger a los ricos que las habitan y que en la cabeza de los mejicanos son
los que de una y otra forma están relacionados con la política y por ello su
fortuna tiene mala fama.
A mediados de la tarde, el taxista, que es un buen
hombre que hace el papel de guía de turismo sin la debida licencia, ha
complacido al pasajero que le ha solicitado parar en todas las esquinas.
- El verdadero turismo -dice el taxista-, debería consistir
en pasear por los lugares donde se descubre la verdad de nuestro Méjico lindo que
es bien diferente a la que ven los ojos de los que nos visitan superficialmente
porque los que los pasean saben que la pobreza no se muestra con buenas
imágenes, ¿me entiende lo que le quiero decir?
- Entonces, antes de que termine el día usted me va a
mostrar la verdad oculta del Méjico pobre.
- ¡Ándele! Eso ya es rete fácil. No tiene que esperar a
que llegue la tarde que todo lo oculta. A donde lo voy a llevar usted solo
tiene que mirar a donde quiera para encontrar que las calles como las
vecindades están llenas de “Panchos y Lupitas con sus escuincles que viven entre
sus harapos con sus necesidades escondidas y entonces se dará cuenta que allá
se encuentra la realidad que ocultamos pero que está por todas partes.
El turista sonrió.
- Está bien, lléveme a donde yo pueda ver hacerme a la idea de la ciudad
de Méjico. Quiero ir a lugares donde no sea ofensivo tomar unas pocas
fotografías, pero eso tiene que ser en un lugar que usted conozca bien, dijo el
turista mientras el Volkswagen tomaba rumbo hacia el cinturón de miseria, que
se dice rodea a los ricos de Méjico.
Vamos hacia las que llamamos
“vecindades”, que son nuestros inquilinatos. Allí viven amontonadas nuestras humildes
familias, que sobreviven como pueden porque son seres humanos olvidados de la
mano corrompida del gobierno del partido revolucionario.
El conductor entonces avanzó por cuarenta y cinco minutos hacia los
extramuros de la ciudad que es donde tiene asiento el laberinto de
construcciones de miseria y que es el más extenso de la tierra. Avezados
conductores con muchos años de experiencia tienen que usar mapas para encontrar
orientación y no perderse por allí donde pulula el hampa, porque esta vez el conductor
lo lleva a la vecindad donde él vive y porque el turista le ha permitido tomar
ventaja en su tarea de ahorrar gasolina como guía turístico clandestino.
Poco después el pequeño vehículo se detiene. Una actividad de nido de
hormigas se observa por doquier. Alrededor del taxi comienzan a llegar los
niños, luego los pobres de solemnidad y finalmente las mujeres morenas como la
virgen de Guadalupe que quieren saber dónde están sus hijos que juegan por
doquier. El taxista los conoce a todos y los llama por sus apodos y ellos le
responden con un “quiúbole” cariñoso para acercarse a ver esta vez que les van
a regalar.
Entonces el turista desciende del VW y entra a la vecindad traspasando
la cortina de la privacidad de los pobres donde se encuentra la verdad social
de Méjico. La primera impresión es que la gran mayoría de la población mejicana
vive en la miseria absoluta, pero con el orgullo de que está llena su gran
dignidad. Hacinados en pequeños cuartos familias de tres y cuatro personas
suman sus penas sin esperanza de poder salir de aquel lugar de diez o doce cuartos
que le dan forma al inquilinato que
cuenta con un solo baño para todos. La ducha es un desnudo tubo de agua que
cuelga de la pared de un pequeño cuarto que
está sin terminar. En cada una de esas habitaciones cocinan sus alimentos y es
allí mismo donde duermen con sus hijos y el perro.
En unos minutos de conversación y ante la pregunta de si tienen o no
trabajo, la respuesta general es que el trabajo con seguridades sociales no
existe en Méjico desde el siglo pasado. El que tiene la suerte de contar con
trabajo de sirvienta o siervo recibe un salario de miseria sin prestaciones
sociales que es prácticamente una limosna que se le paga a esos obreros a los
que se les acusa de ser “igualados” cuando intentan hablar y a quienes no les
alcanza lo que ganan para vivir decentemente. La mayoría culpan al (PRI),
partido revolucionario institucional, como causante de la explotación del
trabajador y de la corrupción política en todos los cargos del Estado.
- Es imposible derrotar a los corruptos que son los dueños del poder y que
a la vez son la única fuente de trabajo para el pobre que tiene para ellos la
condición de esclavo. A los indios, que son una gran parte de la población, se
les trata como manumitidos analfabetas. A ellos les han robado sus tierras y se
les somete a vejámenes, malos tratos a sus mujeres a las que se les gritan palabras
ofensivas porque levantan el rostro
cuando están frente al amo que las abusa. Sus “escuincles”, son destinados a la
servidumbre y por eso no tienen derecho al futuro; la riqueza del país va a
parar a manos de los poderosos al mando. Por eso, cuando los rebeldes
zapatistas se levantaron en Chiapas pidiendo justicia para los campesinos, el
presidente les tendió su mano de paz a los rebeldes que se cubrían sus rostros
detrás de los pasamontañas, no para ocultarse en el anonimato ante el Estado
policía que siempre los ha maltratado sino por el miedo que les inspira ser
reconocidos por la capacidad de retaliación del gobierno que en otras protestas
les ha dejado hondas cicatrices.
Por ello la justicia social en Méjico es una ilusión que siempre regresa
a practicar la injusticia contra los de abajo.
El turista ha tomado sinnúmero de fotografías de niños humildes cuyos
rostros hicieron parte de esa historia triste de la ciudad Azteca que lo llevó
a conocer un taxista amante de la verdad.
No comments:
Post a Comment