Mis apreciados
amigos. Anoche tuve por primera vez en California la experiencia de sentir un
terremoto de 5.3 en la escala de Richter. Siempre supe que los perros tienen
una facultad especial de presentir esa clase de fenómenos naturales. En casa
tenemos a Mohamed Ali, un Shih poo de tres años que rescatamos de un shelter al
que llegó después de haber pasado por muchos de ellos en su camino a
California. Ali resultó ser muy inteligente y amoroso desde el primer instante
que hicimos contacto con él. Tiene unos ojos redondos y grandes y parece una
oveja negra llena de lana crespa. Corre como una gacela, es alegre y loco como
una cabra de monte y celoso como un Otelo, valga la comparación.
Extrañamente y
durante todo el día de ayer, Alí se comportó muy diferente a como regularmente
lo conocemos. Estuvo muy quieto todo el día echado sobre la cama. Como cosa
extraña no le quitó los ojos a mi esposa, como si la estuviera cuidando de un
peligro inminente, mientras ella trabajaba hacendosa en el computador. Se negó
a comer o a tomar agua. Antes de las 8:00 p.m. Saltó de la cama, la miró por un
momento tan intensamente como pudo y cuando ella se dispuso a consentirlo se
separó de su lado y comenzó a buscar un lugar en la habitación donde esconderse,
luego otro y uno más hasta que finalmente se detuvo en el guarda ropa donde se
estiró por unos segundos, porque volvió a levantarse y regreso a ella. Pensamos
que quería jugar pues con la patica delantera llamó su atención y cuando ella le
preguntó qué le pasaba, corrió a meterse en el guarda ropa. Eran las 9:09 de la
noche cuando el terremoto inició el remezón de tierra. Alguna vez yo dije haciendo
una broma, que a lo único que yo le temía era a la muerte y a una escasez de
mujeres. Desde anoche creo que a la broma tengo que agregarle que también le
temo a los terremotos. Fueron veinte segundos de ese movimiento que contagió a
todas las cosas que animadas por lo impredecible parecía que se nos iban a venir
encima. Descubrí además que la mente en un instante como ese nos juega malas
pasadas al no creer en el don que tienen los perritos en un momento como tan importante
para la protección de la vida y por ello no nos permitió darnos cuenta lo que
Mohamed Alí nos estaba tratando de decir para prevenirnos de un peligro tan inminente.
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