LA TAZA DE CAFÉ.
Tomada del libro Rimas y Palabras
Por A.J. Ortega
Hubo una época
de ideales,
en que los sueños
nos remontaban
a las alturas del cielo.
Eran los tiempos
de la esperanza,
de la verdad ingenua,
que alza de la vida
el universal vuelo.
Para entonces
campeaba
la buena fe,
bien entendida
con una taza de café.
Poco después,
Pasada la primavera,
se descubrieron
las decepciones
que nos ofrece
lo humano,
con sus ardides,
tretas y engaños.
Vinieron dolientes
los desengaños
en el juego del azar
sobre la mesa del destino,
donde se muestran
el oro falso de copas
de acartonados
reyes de bastos.
Contra ellos
la juventud
en sus restos
yo me jugué
tranquilamente
y sin importarme
al sorbo
de la taza de café.
Para entonces
hubo momentos
de ingratitud,
tragos amargos
que me tomé,
buscando espacio
en mundo salvaje,
en el que depredador
me torné
al calor de otra taza
recalentada de café.
Muchos mandobles
Proporcioné
Entre las trampas
Que dejan heridas
de ida y vuelta,
y pocas preseas
cual cicatrices
que al final gané,
bien recordadas
en intermedio
de mi existencia,
acompañado
con la taza de café.
Luego mucho después,
Cuando la vida
Hace sus giros,
a los compromisos
del amor llegué.
Había ingresado
pidiendo cartas
con el fin de alejar
el calor del oculto
deseo de la sangre,
cuando a la mujer
caminando divisé
mientras tomaba
mi necesaria taza de café.
Era muy pobre
la desconocida,
con la que al final
al himeneo llegué,
para después
arrepentirme
de aquel fracaso
que le confesé
a la tibia taza de café.
Finalmente vino la nieve
con el invierno,
nacieron hijos con ambiciones,
eran muy grandes las ilusiones
que con todos ellos yo me forjé,
con el extraño y fuerte aroma
de unas desconocidas taza de café.
Ellos trajeron
las discrepancias
por las ganancias
que no fragüé,
malos recuerdos
de la pobreza
lanzados duro
sobre mi rostro
en el instante
que en que la mujer
malhumorada se fue
dejándome solo
frente a la taza de café.
Lo único cierto
que me molesta
es lo que me resta
de inevitable vejéz
donde solo me queda
un mundo pálido y yerto,
pues lo demás ha muerto
en mi corazón.
Toca aprestarse
para el camino
del mundo aciago,
donde presiento
que tomaré
la recalentada,
pero bien amada
taza de café.
Ahora que el tiempo
ya se ha fugado,
la muerte cerca
ronda mi estancia.
Camina en huesos
De piél pelados,
se ríe forzada
mientras señala
la ruta de no retorno
con su guadaña.
No puedo resistirme
a tan obligatoria
y determinante
insinuación
y eso le digo al invitarla
a tomar conmigo
la última y amarga
taza de frio café,
Jeje, jeje, jeje,jeje.
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