Wednesday, August 12, 2015

LA TAZA DE CAFE


LA TAZA DE CAFÉ.

Tomada del libro Rimas y Palabras

Por A.J. Ortega



Hubo una época

de ideales,

en que los sueños

nos remontaban

a las alturas del cielo.



Eran los tiempos

de la esperanza,

de la verdad ingenua,

que alza de la vida

el universal vuelo.



Para entonces

campeaba

la buena fe,

bien entendida

con una taza de café.



Poco después,

Pasada la primavera,

se descubrieron

las decepciones

que nos ofrece

lo humano,

con sus ardides,

tretas y engaños.



Vinieron dolientes

los desengaños

en el juego del azar

sobre la mesa del destino,

donde se muestran

el oro falso de copas

de acartonados

reyes de bastos.



Contra  ellos

la juventud

en sus restos

yo me jugué

tranquilamente

y sin importarme

al sorbo

de la taza de café.



Para entonces

hubo momentos

de ingratitud,

tragos amargos

que me tomé,

buscando espacio

en mundo salvaje,

en el que depredador

me torné

al calor de otra taza

recalentada de café.



Muchos mandobles

Proporcioné

Entre las trampas

Que dejan heridas

de ida y vuelta,

y pocas  preseas

cual cicatrices

que al final gané,

bien recordadas

en intermedio

de mi existencia,

acompañado

con la taza de café.



Luego mucho después,

Cuando la vida

Hace sus giros,

a los compromisos

del amor llegué.



Había ingresado

pidiendo cartas

con el fin de alejar

el calor del oculto

deseo de la  sangre,

cuando a la mujer

caminando divisé

mientras tomaba

mi necesaria taza de café.



Era muy pobre

la desconocida,

con la que al final

al himeneo llegué,

para después

arrepentirme

de aquel fracaso

que le confesé

a la tibia taza de café.



Finalmente vino la nieve

con el invierno,

nacieron hijos con ambiciones,

eran muy grandes las ilusiones

que con todos ellos yo me forjé,

con el extraño y fuerte aroma

de unas desconocidas taza de café.



Ellos trajeron

las discrepancias

por las ganancias

que no fragüé,

malos recuerdos

de la pobreza

lanzados duro

sobre mi rostro

en el instante

que en que la mujer

malhumorada se fue

dejándome solo

frente a la taza de café.



Lo único cierto

que me molesta

es lo que me resta

de inevitable vejéz

donde solo me queda

un mundo pálido y yerto,

pues lo demás ha muerto

en mi corazón.



Toca aprestarse

para el camino

del mundo aciago,

donde presiento

que tomaré

la recalentada,

pero  bien amada

taza de café.



Ahora que el tiempo

ya se ha fugado,

la muerte cerca

ronda mi estancia.

Camina en huesos

De piél pelados,



se ríe forzada

mientras señala

la ruta de no retorno

con su guadaña.

No puedo resistirme

a tan  obligatoria

y determinante

insinuación

y eso le digo al invitarla

a tomar conmigo

la última y amarga

taza de frio café,

Jeje, jeje, jeje,jeje.




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