Tomado
del libro Rimas y Palabras
Por
A.J.Ortega
Del pasado,
no quisiera recordar
en éste instante nada,
que pueda comprometer
con ello mis sentimientos
aunque tengo que confesar
que no sé si puedo evitar
que la mente sin cesar
Insista en traer a cuento
niñerías que solo sirven
para aclarar el carácter,
o para poder mencionar
el por qué aquel amor
de mi juventud solo fue
lo que no pudo ser cierto.
Que yo la quise en secreto,
cuando apenas tenía
quince años es verdad.
Fue la época de antaño
en que se podía cambiar
lo que te insinuaban
los juveniles sueños
que tenían gran influencia
una vez te encontrabas
nuevamente despierto
y te ponías a pensar
las experiencias que te
dejaban todos ellos.
Es indudable que al
a escribir esta especie
de constancia
están involucradas
ilusiones que terminaron
siendo
los añejos recuerdos vivos
y despiertos del ayer
que siguen viajando
por mi corriente sanguínea
con la misma pasión
de antes
cuando se elevaba mi ansiedad
de verla pasar sonriente
por haber cambiado su camino
para mostrarse
a cambio de no ir a la escuela
esperando yo la viera,
que era casi lo mismo
que pensaba
que pensaba
y que salía de
mi voluntad
entera el reflexionar
que no había
nada más
que hacer
sino esperar ese delicioso
momento
que me valía un tesoro
más grande que el que
tiene la fe
en la existencia del paraíso
terrenal
que para mí se sucedía
todos los días
de lunes a viernes
en que me la pasaba
soñando únicamente
con ella,
y hasta que me sonaban
los dientes
de tanto apretarlos con celos
creyendo
que no iba a pasar
caminando
con su coqueta presencia.
Me acuerdo de haber
Sentido sonrojo
cuando de ella se oía
el sonido de su paso altivo
cargando su linda figura
que me obligaba a torcer
el rostro apenado
y escondido entre
mi propia verguenza
por haber
dudado que pasaría
dejando en mi corazón
su ausencia
y ello aumentaba un montón
mi razón para quererla.
Y es que al mismo tiempo
yo creía orgulloso
que ella debía de sentir
lo mismo
aunque nunca habíamos
conversado
aún estando los dos seguros
de estar el uno del otro
encantados por una posión
como en los cuentos
de brujas.
Entonces cumplíamos años
Casi por las mismas
Calendas
de esa edad que nos aprisiona
el deseo
hasta que nos damos cuenta
que se nos tensiona el alma
porque es cuando en verdad
la vida comienza
dándole al cuerpo alegrías
y cambiando todo el sentido
de lo que libremente uno
del cariño piensa.
Y es que sin pretenderlo
buscar
libremente se presenta
el instante en que la pasión
se nos torna Incontenible
porque furiosamente se
muestra,
que hasta el propio corazón,
cuya fuerza es poderosa,
se pone como gamo a correr
ante la presencia del amor
que con su inspirada mirada
lo acosa.
La última vez que la puse
en mi baúl de los recuerdos,
la coloqué en una esquinita
especial
de lo bonita
que estaba
y de donde nunca la he
sacado, lo digo jurado
ante mi Dos.
Me encontraba yo recostado
contra ese tronco gigante
del pino
Que había crecido solitario
en la punta de la calle
que de lo alto me mostraba
donde era que quedaba
el cielo
y me parecía sosteniendo
el
mundo
desde sus firmes raíces,
dando alas a mi imaginación
para tener una a aventura
en esas divinas alturas.
Claro que no se igualaba
a todo lo que sentí después,
cuando vi que ella se acercaba
por que todo a mi alrededor
empezó por derrumbarse
ante la impredecible
sorpresa que ella me
proporcionaba.
Entonces fue en aquel preciso
instante
que se apareció a mi lado
sin que yo me diera cuenta
a qué horas,
mirando de frente a mis ojos
con los suyos determinados
a hablar de lo que fuera..
Porque sin pronunciar ni una
palabra
Comencé a sentir que hay una
fuerza en el viento que de pronto
te envuelve
con los fuertes remolinos
que parece
que te
ahogan quitándote
el aliento
del que muy poco dispones
para responder el reto
del amor que te está haciendo
preguntas que te hieren
con la fuerza de un puñal
de doble filo
que lo primero que mata
son las sentidas palabras
enamoradas que tenías
para declarar a la que era
tu amada
que en ese instante indagaba
si de verdad tu la amabas
como lo decía la mirada
que la seguía apasionada
cada vez que por tu lado
ella coqueta pasaba.
Pudo mencionar casi que
sin darme cuenta
otras inquietudes que ella
decía
eran las que tenían la culpa,
de ser una enigmática sombra
de aquel árbol tan viejo
que ocultaba sin saber por qué
detrás de su tronco añejo
amores de juventudes
pasadas
a las que volvió incapaces
de confesar sentimientos.
Me dio tanto gusto oir cómo
me lo relataba
que fue la primera vez que
el malestar
y mis pasados sufrimientos
ella pagaba
con su propio y tímido sonrojo
que me dio el valor
para decirle lo que pensé
era un esquivo requiebro:
aún no sé si te quiero chiquilla
de mi alma.
Y entonces sentí en lo dicho
el error
por el golpe que por reacción
ella me propinó con su frío
silencio
porque además cada poro
de mi cuerpo
me hizo sentir la traición
a mí mismo
cuando mi ser muerto de la gana
estaba
de aprisionarla entre mis brazos
y besarla
hasta que mi amor ni en la otra
vida se acabara.
Y esa maldita respuesta,
lo he pensado muchas veces,
fue la que me salió costosa
porque la vi partir ocultando
entre sus manos la cara
que se le anegaba entre
sus frustradas lágrimas
y que ahora creo que fue
porque ella
pudo haber visto en un segundo,
la soledad en la que yo me
quedaba.
Estoy seguro de que ello fue
así
porque nunca más volvió
a pasar por allí
dejando un enorme abismo
que nos apartó para siempre
con insalvable distancia
que sigue existiendo
entre ella y mi deseo de morir
por no poder de alguna forma
acortarla.
Desde entonces lo que era
Un dulce amor
se volvió cínico fantasma
de todas mis noches amargas,
con calladas y difusas
memorias y añoranzas
que son la fiel compañía
resagada que me queda
en esta soledad que con
terrible fuerza me arrastra
buscando olvido. .
Hoy mi pendenciera memoria
ha vuelto para castigarme
porque sin saberlo cómo
comencé a pensar eso
que los viejos
decimos creyendo que es
una verdad muy
grande
y es que el primer amor
nunca sin poder se olvida.
Tal vez por eso es que la llevo
tan adentro
que ya es parte de mi diaria
vida
porque en la oscuridad
de mis noches
hay momentos en que la siento
a mi lado durmiendo
con cobijas que la cubren
de esos miedos
que me parece son del dolor
que le causan
con el recuerdo de mi
tonta
declaración
que nuca fue cierta cuando
la verdad era
que nos hacíamos mutua falta
Y porque como en este lugar
que habito esos recuerdos
ya parecen estar enterrados
en este cementerio olvidado
donde escucho los lamentados
gemidos
de sus pesadillas imaginarias
que creo la asustan con la muerte
de mentiras que al final nunca
nos faltan
y porque en el fondo de mi
arrepentimiento
concluye en el suicidio el
pensamiento
que es cruel
conclusión por haberla amado tanto.
Me veo pusilánime entonces
de no haberle confesado
el sentido sufrimiento
que he tenido añorándola.
No sé en qué otro lugar de éste mundo
pueda estar ahora que no sea en
mi mente,
pero donde quiera que ella físicamente
se encuentre
abandonada rumiando su rabia
sé que por cada aurora en que
despierte
sola
lo hará por el sonido que escucha
de mi voz
que su perdón inútilmente le implora.
Que si como yo mira que en su rostro
Quedó grabada para siempre la
tristeza,
quiero que sepa que el pintor fue
su ausencia
que poco a poco está matándome
y hasta que no termine Circe con su
macabra tarea
todo seguirá siendo igual como lo
ya sucedido
tantas veces en el teatro del
recuerdo de la
hipócrita memoria
que regresa sin pedir permiso
para repetir
esta historia
que me he repetido tantas veces sabiendo
que por su propia voluntad ella
se quedará
ausente
esperando aparecer por venganza y
unicamente
después de que me llegue la muerte.
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