Por A.J.Ortega
EL UNIVERSO ABRE SUS PUERTAS
En una parte de la “sustancia sutil” que sostiene
el universo, ocurrió en una era muy lejana, un evento de gran magnitud, que los
científicos del planeta tierra que lo descubrieron calificaron como “La Gran Explosión”.
Dicen que el fenómeno dio origen a cientos de miles
de millones de planetas y galaxias. Lo que viene a ser el evento científico más
importante hasta ahora logrado por la ciencia, porque a partir de allí también
se descubrió la primera partícula, a la que lógicamente los científicos
llamaron Dios lo que nos hace pensar que por fin vamos a poder encontrar a los
autores de la creación de todo.
Es evidente que muchos teólogos importantes se
verán obligados a tener que reconocer que cada nueva comprobación que se
relacione con el origen del universo, va a necesitar la opinión depurada de intelectuales,
religiosos y público en general porque fue hacia ellos a los que estuvieron dirigidos
los dogmas que se van a ver afectados con tales descubrimientos.
Y todo ello es seguro que comenzará a
derrumbarse cuando seriamente se empiecen a revisar las viejas teorías sobre la
creación, tanto como la intervención de Dios en ese proceso.
Entonces el mundo reclamará el derecho a discutir
la existencia de Dios, solo que esta vez apoyados en comprobaciones científicas
como el tema resultante de las investigaciones sobre el origen del universo.
Ello va a tener la ventaja de evitar la intervención del
dogmatismo religioso a la hora de la discusión de fondo sobre nuevas realidades
que muestran un comportamiento de las leyes físicas del universo de manera
diferente a las ya conocidas.
Por la misma vía se van a tener que desechar las
limitaciones planteadas por el agnosticismo que por muchos años declaró que no
es accesible al entendimiento humano la noción de lo absoluto, ni el conocimiento
de Dios y de sus atributos.
Durante todo este proceso se tendrá que planear la necesidad de estudiar el pasado ocurrido miles
de millones de años atrás, buscando una nueva perspectiva sobre el origen de la
vida ante la infinidad de teorías ya existentes pero no suficientemente confirmadas.
EL PRINCIPIO DE TODO
Cuando se trata el tema fundamental del origen
de la vida, es indispensable proceder a explicar el principio de todas las
cosas para poder entrar en materia con la seriedad que el tema requiere.
Comenzaremos entonces por visualizar el comportamiento
de los primeros microrganismos acuáticos clasificados como partículas de
materia inerte que por miles de millones de años fueron impactados por poderosas
vibraciones provenientes de los bombardeos de rayos eléctricos y energías
solares, a los cuales tales microorganismos se adaptaron al comienzo de la
evolución que ocurre exactamente al mismo tiempo que los movimientos autónomos
de la materia, que desde entonces hemos llamado vida.
En apretada síntesis, tenemos que afirmar que millones
de microrganismos acuáticos se agruparon en masas amorfas compuestas de células
de todo tipo.
Es una realidad que el movimiento vibratorio facilitó
estiramientos de la masa que al final desarrolló formas de traslación que las llevaron
a contactos accidentales de toda clase, los cuales facilitaron la mezcla entre
ellas que ocurrió sin selección ni orden
específico.
Estas agrupaciones produjeron movimientos autónomos
internos y externos de todo tipo, pero particularmente de traslación, los que a
su vez culminaron siendo el principio de órganos vitales de locomoción que
indudablemente dieron origen a la subsistencia celular agrupada.
En aquella sopa marina plena de vibraciones vivas,
podemos intuir que se desarrolló la necesidad de consumir energía (auto
antropofagia) vital para que cualquier forma de subsistencia permaneciera, especialmente
para aquellas que consumieron oxígeno y
que terminó siendo la cadena alimenticia indiscriminada para las más fuertes.
Actividad que, como es de suponer, se impone con
una especie de codificación selectiva de sustancias afines a las células de
todo tipo que mantuvieron su crecimiento en forma ascendente de tal manera que
pudieron crear sistemas que repelen el alimento dañino y los desechos por lo
que adquieren más fortaleza y longevidad.
Todo ello es el resultado de un proceso accidental
en el que la célula encontró la forma de dedicarse a suplir necesidades muy
elementales para poder moverse por sí misma.
Y es posible que esto hubiera ocurrido debido a
la ayuda de las condiciones naturales del agua conductora de electricidad y de energías
que también fueron transmitidas a la materia gracias a las altísimas
temperaturas, lo que pudo generar el medio de elaborar códigos para tareas
fijas y creativas como respuestas a necesidades que aparecieron en cada etapa
de su evolución.
Hubo entonces, transformaciones de entidades con
características propias, como de otras que se separaron o perecieron
rápidamente consumidas por las más fuertes en una etapa en que la naturaleza comienza
a sufrir el movimiento autónomo en la materia que aparece al mismo tiempo con
la evolución que resultó ser permanente
y que hace ver las cosas como si además del caos inicial de todos los elementos,
estos nuevos procesos hubieran iniciado el comienzo de una guerra de
supervivencia dirigida exclusivamente a la supervivencia.
No hay duda de que una buena parte de las sustancias
que evolucionaron en el agua sobrevivieron al ser expulsadas por el flujo y
reflujo violento y porque resultaron ser adaptables a la superficie seca y ardiente de la tierra,
que puso a prueba su capacidad especial de resistencia térmica.
Pero la etapa en que aparece la necesidad de
consumir otras energías para garantizar la perpetuidad de esa forma de vida, se
debe a que en la superficie terrestre existe un ambiente rodeado de oxígeno,
que también lo tiene el agua, lo que hace más fácil la adaptación al consumo de
oxígeno terrestre como alimento, que permite
el desarrollo de una especie de diminutas bolsas de aire que evolucionarán con el
tiempo en pequeñas formas pulmonares.
El oxígeno disponible sobre la tierra se representa
como un conjunto de reacciones
bioquímicas por las cuales se produce una degradación de compuestos orgánicos
por oxidación que tienen la capacidad de convertirse por contacto y fusión en sustancias que se
transforman en energía que la materia no rechaza.
En ese contacto el fenómeno desarrolla el
orgánulo mitocondria que termina siendo usado en la respiración, a la par con sustancias como la Glucosa, hidratos de
carbono, ácidos grasos, aminoácidos, cuerpos monosacáridos de grupo cetónico o
unión de dos radicales de hidrocarburo además de otros compuestos a los cuales
tuvieron que adaptarse para sobrevivir las células marinas.
A tal transformación la masa celular tiene que
agregar una especie de flujo circulatorio para que todo el conjunto pueda
aclimatarse en la célula armónicamente con el oxígeno que transporta electrones
y que son los organismos aeróbicos que se transforman en agua con la cual está
formada en alto porcentaje la célula.
Como la capacidad de adaptación es innata en la
materia toda, lo que fue anfibio se torna permanentemente terrestre desarrollando
una especie de branquias o sistema pulmonar para ingerir oxígeno terrestre al
que transforma en alimento que ingiere por contacto, con lo que evidentemente
sobrevive.
Otras transformaciones de la materia viva
vendrán mucho después, creando vértebras o sistemas óseos con los que adquieren
mayor fuerza y solidez corporal. Lógicamente del paso evolutivo se sucederán
transformaciones físicas que les servirán para proteger las fibras nerviosas
lineales que manifiestan tener las células nerviosas un sistema nervioso expansivo.
Entonces la materia viva que ha logrado
extenderse por estiramiento autónomo, se mezcla con toda suerte de elementos químicos
que encuentra sobre la tierra, y desarrollará en las que son múltiples formas
de masas que comienzan a crecer en monstruosas dimensiones hasta constituir los
animales antediluvianos que contarán con
poderosos órganos defensivos como espinas, garras, vértebras, cascos
protectores, dientes como cuchillas y capacidad sistemática en algunos para
arrojar sustancias venenosas mortales para eliminar a sus enemigos que son
muchos.
Por millones de años la evolución hizo que la
materia viva creciera de manera gigantesca en tierra y agua.
Después vendrá el fenómeno de selección de las
especies que vamos a imaginar constituyó
el primer orden de la vida animal.
En todas y cada una de esas etapas, los animales,
particularmente en los dotados de cerebros, el progreso en el control del
movimiento propio desarrollará en ellos la habilidad de usar energía en la
creación de órganos defensivos por medio de la presencia de abundante carbono. Ello
estimuló la formación de músculos, corazones, ojos, pulmones, bocas, dientes,
estómagos, riñones, hígados, uñas y miembros de locomoción con garras y cascos para
protegerse de la tierra que tiene altos grados de temperatura gracias al fuego que se ve por todas partes.
En esta etapa los movimientos se conectarán por
el estiramiento de las fibras celulares nerviosas como sistema que buscará ordenar
el control motriz con el apoyo de
células invasoras de variadas composiciones nerviosas.
Por esas épocas los naturalistas encontraron algunos enjambres de peces del
primer periodo geológico. Se trata de un generalizado tipo de pez que presentó
diversificadas afinidades con otros organismos.
“Nos referimos al anfibio lepidosiren y otros
peces sobre los que grupos de naturalistas han disputado acerca de sus orígenes
e interpretaciones funcionales desde hace tiempo.
Hackel afirma que algunos peces Ganoid fueron
preservados de la extinción, por haber habitado en ciertos ríos que les dieron
refugio ya que para entonces estaban relacionados con las grandes aguas como
las islas lo estaban con los continentes.
Las investigaciones adelantadas por ellos demuestran
entonces que durante miles de años, la materia viva en toda la naturaleza, se
mantuvo incesantemente creando órganos digestivos que serían el eje fundamental
al proceso de supervivencia de la vida
en general.
Este importante fenómeno describe a la materia
en movimiento formando un orden corporal nuevo, dotado de incipientes
mecanismos digestivos que con el paso del tiempo se ampliaron a una serie de
funciones que naturalmente condujeron a equilibrios necesarios a lo que podemos
definir como la perpetuidad de la vida.
A ese continuo proceso evolutivo que va orientándose
hacia la forma selectiva de las primeras
células de la vida elemental, siguieron ajustes de orden y codificación de
células somáticas que evolucionaron hasta constituir los tejidos de la piel,
los músculos y el pelo.
La masa convertida en el principio de la forma
corporal se procrea mucho después con órganos de reproducción independientes dando
origen a la creación del género (masculino y femenino separados) que se reproducen
por un proceso llamado mitosis que se presenta en el crecimiento de la masa
corporal por la ya dicha división celular que se generaliza en la formación de todas
las especies.
Podemos darnos la libertad de imaginar a esas masas
celulares desarrollando fluidos capaces de adherirse a otras sustancias, a
mezclarse para transformar y hacer compatibles unas células con otras hasta
hacerlas crecer unificadas en sistemas orgánicos internos cada vez más
claramente definidos en funciones separadas que luego se conectaran entre sí
para unificarse en cuerpos dinámicos con funciones fijas.
Con el paso del género que supera el hermafroditismo
los órganos surgen a partir de una sola célula que se multiplica formando
sistemas cada vez más especializados y con por funciones variadas, como sucede
con los movimientos apoyados en una especie de aletas que se comportan como extremidades
o brazos para palpar, atrapar o proteger a la masa que se eleva del piso
dominado por altas temperaturas.
Con el uso, esas múltiples formas de fibras
nerviosas, desarrollaran músculos con funciones cada vez más especializadas en
movimientos y habilidades.
De esas épocas indeterminadas cuyo tiempo ha
sido medido hipotéticamente en tres millones ochocientos mil años, datan
algunos fósiles que por ahora se aceptan como los primeros animales vertebrados
dotados de cerebros.
El más conocido es el de un pez sin mandíbulas
que tiene un patrón en su construcción que debió ser común a lo largo de la
evolución entre los vertebrados inferiores (peces, anfibios y reptiles) hasta
los superiores (aves y mamíferos).
“Este cerebro está constituido por una médula
espinal, tronco del encéfalo, diencéfalo y una inicial corteza cerebral, nada
más.
En un singular numeró sacado de la inmensa clase
de peces, el Lancelet o anfibio, es tan diferente a todos los otros peces que
Hackel sostiene que debe su forma a distintas clases del reino vertebrado.
El pez es extraordinario por su carácter
negativo; se puede decir que escasamente posee cerebro, columna vertebral,
corazón y que ha sido clasificado por los naturalistas entre los gusanos; hace
mucho tiempo que el profesor Goodsir descubrió ciertas afinidades del Lancelet
con el Ascidian, que es un invertebrado hermafrodita.
Es una criatura marina que anda pegada a otra
que la soporta.
Escasamente parece un animal y consiste en un
simple saco de cuero con dos orificios prolongados. Pertenece al grupo
Mulloscoida de Huxley la más baja división del reino de los moluscos vermes o gusanos.
Su larva de alguna manera se parece al renacuajo en la forma y tiene el poder
de nadar libremente”.
Así que, si nos basamos en la embriología (que
es la guía más segura para la clasificación) es con la intención de estudiar
los primeros cerebros que existieron sobre la tierra.
Entonces tenemos que seguir el ovillo derivado
de la vertebrata.
Se justifica la creencia de que en un periodo
extremo de la presencia de animales, existió uno parecido en muchos aspectos a
la larva de nuestros presentes Ascidians, los cuales se dividieron en dos
grandes grupos.
*Uno que retrocedió en su desarrollo hasta
llegar a los presentes Ascidians.
*Otro que se levantó hasta llegar a la
coronación de su desarrollo en el reino animal que dio origen a los vertebrados
de donde se selecciona de manera especialísima lo que resultó ser la estructura
que evolucionará en el hombre dominante”.
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